Inocente o culpable
Estos días he estado leyendo en La Jornada la historia sobre un supuesto crimen cometido en Yucatán hace como 9 años. Y digo supuesto porque, aunque la juez encontró culpable de homicidio al acusado, hay cantidad de pruebas que señalan que lo que ocurrió en realidad es que, la hoy occisa, se suicidó. Y no es cotorreo, no se trata de un caso como el de Colosio en que ciertos peritos españoles (¿o gallegos?) dictaminaron que lo de Lomas Taurinas fue un suicidio (háganme el chingado favor).
Aquí lo que pasó es que una tal Flora Ileana recibió un tiro en el pecho cuando estaba en el departamento de su marido (ya se habían casado por lo civil pero todavía no por la iglesia, así que aún no vivían juntos). Como estas cosas se persiguen de oficio, a la pareja se le hicieron pruebas para hallar residuos de pólvora en sus manos. La de él resultó negativa y la de ella positiva, así que ahí quedó la cosa.
Fue dos (sí, dos) meses después que a la familia de Flora Ileana se le ocurrió la brillante idea de demandar al viudo por homicidio. Como consta en los artículos de La Jornada, el proceso estuvo plagado de irrregularidades que culminaron en una condena de 20 años en contra del ahora “culpable” de los cuales ya purgó 8. Este resultado se obtuvo gracias a dos factores que afectan terriblemente la balanza de la justicia en nuestro país: la familia de Flora Ileana no solo tiene muchísimo dinero, además estaba en gracia con los poderes políticos en turno del estado de Yucatán. Qué más se puede pedir, con dinero e influencias baila el perro.
Lamentablemente un caso como este no me pareció cosa del otro mundo. Me pareció vil y repugnante pero no extraordinario. Nosotros, los que no tenemos ni lana ni palancas, estamos acostumbrados a que los poderes judiciales (o los que sean) estén en nuestra contra bajo cualquier circunstancia. Incluso cuando uno es la víctima de un robo, de un secuestro o de lo que sea, nos tratan como si debiéramos algo o como si fuéramos de los 10 criminales más buscados.
Por estar acostumbrada a vivir así es que me sorprendió tanto la reacción de George Orwell cuando estuvo en España durante la guerra civil. Sus amigos le dijeron que debía salir del país porque se le estaba acusando de un crimen que no había cometido. Él simplemente no entendía porqué tenía que escapar. Desde su punto de vista, bastaba con presentarse frente al tribunal correspondiente y demostrar su inocencia. ¡Ja! Es una verguenza pero a mí me dió mucha risa su candidez. En realidad es para ponerse a llorar.
P.D. Si quieren el chisme completo, aquí están los artículos que les comento.
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040921/048n1con.php?origen=index.html&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040922/047n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040923/047n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040924/046n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040925/040n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040926/040n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040927/046n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040928/048n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1