Wednesday, September 29, 2004

Inocente o culpable

Estos días he estado leyendo en La Jornada la historia sobre un supuesto crimen cometido en Yucatán hace como 9 años. Y digo supuesto porque, aunque la juez encontró culpable de homicidio al acusado, hay cantidad de pruebas que señalan que lo que ocurrió en realidad es que, la hoy occisa, se suicidó. Y no es cotorreo, no se trata de un caso como el de Colosio en que ciertos peritos españoles (¿o gallegos?) dictaminaron que lo de Lomas Taurinas fue un suicidio (háganme el chingado favor).

Aquí lo que pasó es que una tal Flora Ileana recibió un tiro en el pecho cuando estaba en el departamento de su marido (ya se habían casado por lo civil pero todavía no por la iglesia, así que aún no vivían juntos). Como estas cosas se persiguen de oficio, a la pareja se le hicieron pruebas para hallar residuos de pólvora en sus manos. La de él resultó negativa y la de ella positiva, así que ahí quedó la cosa.

Fue dos (sí, dos) meses después que a la familia de Flora Ileana se le ocurrió la brillante idea de demandar al viudo por homicidio. Como consta en los artículos de La Jornada, el proceso estuvo plagado de irrregularidades que culminaron en una condena de 20 años en contra del ahora “culpable” de los cuales ya purgó 8. Este resultado se obtuvo gracias a dos factores que afectan terriblemente la balanza de la justicia en nuestro país: la familia de Flora Ileana no solo tiene muchísimo dinero, además estaba en gracia con los poderes políticos en turno del estado de Yucatán. Qué más se puede pedir, con dinero e influencias baila el perro.

Lamentablemente un caso como este no me pareció cosa del otro mundo. Me pareció vil y repugnante pero no extraordinario. Nosotros, los que no tenemos ni lana ni palancas, estamos acostumbrados a que los poderes judiciales (o los que sean) estén en nuestra contra bajo cualquier circunstancia. Incluso cuando uno es la víctima de un robo, de un secuestro o de lo que sea, nos tratan como si debiéramos algo o como si fuéramos de los 10 criminales más buscados.

Por estar acostumbrada a vivir así es que me sorprendió tanto la reacción de George Orwell cuando estuvo en España durante la guerra civil. Sus amigos le dijeron que debía salir del país porque se le estaba acusando de un crimen que no había cometido. Él simplemente no entendía porqué tenía que escapar. Desde su punto de vista, bastaba con presentarse frente al tribunal correspondiente y demostrar su inocencia. ¡Ja! Es una verguenza pero a mí me dió mucha risa su candidez. En realidad es para ponerse a llorar.

P.D. Si quieren el chisme completo, aquí están los artículos que les comento.
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040921/048n1con.php?origen=index.html&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040922/047n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040923/047n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040924/046n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040925/040n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040926/040n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040927/046n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1
http://www.jornada.unam.mx/2004/sep04/040928/048n1soc.php?origen=soc-jus.php&fly=1

Tuesday, September 28, 2004

Más cafecito

Sobre el café, falta analizar las opciones caseras. Cuando mi abuelito vivía, él mismo cuidaba sus plantas de café, cultivaba los granos, los secaba, los tostaba y los molía. Con esa mezcla a mi abuelita le salía un café de olla (con canela y piloncillo) simplemente delicioso. Las matas de café siguen en el patio de mis abuelos pero nadie tiene suficiente fuerza en el corazón como para emprender su tarea. A lo más que llego es a arrancar algunos frutos cuando están rojos porque son un tanto dulces y saben rico. Nada más.

El otro café del estilo que llegué a disfrutar fue el que la familia de don Eleazar le regaló a mi hermano cuando estuvo de instructor comunitario del Conafe en el poblado de El Trino, en el municipio de Santa Catarina Loxicha (¿o era San Agustín Loxicha?), Oaxaca. Don Eleazar y su hermano, don Miguel, llevaban años reforestando las tierras de cultivo que su padre les había dejado. El señor las había devastado para sembrar maíz y cosas así; pero sus hijos cayeron en la cuenta que el café es más rentable. Como esas plantas necesitan sombra para crecer adecuadamente, estuvieron sembrando otro tipo de árboles y esperando a que tuvieran la altura adecuada para entonces, por fin, poder sembrar café. Eso era muy importante para ellos porque era el único cultivo que le dejaba dinero a la comunidad, el resto de lo que cazaban o sembraban era para su consumo. Huelga decir que el café era riquísimo.

Recientemente desempaquetamos un regalo de bodas que nos hizo mi mamá ya hace un rato: una cafetera Krups para expreso y capuchino. La espuma de leche todavía no nos sale muy bien pero supongo que es solo cuestión de práctica. A esta cafeterita le hemos echado principalmente café Bola de Oro que mi carnavalito nos trae desde Xalapa. Es bastante oloroso y muy pegador. Lo que me gusta es que no es tan amargo, así que se alcanzan a disfrutar algunos matices en el sabor. Aquí en la oficina también tuvo su éxito porque entre 8 personas nos acabamos 2 kilos de café en menos de lo que les cuento.

Debo confesar que tengo en la lista de pendientes probar un kilo de café de El Jarocho que la mamá de Rodrigo nos regaló hace un buen rato y que, sinceramente, seguimos sin tocar.

Algo que no deben hacer es comprar latas de café Blasón. Hace como cinco años compramos una de color verde y no fue nada buena. No creo que haga falta decir que nunca compro café Legal y que el café soluble nada más me gusta cuando me lo prepara mi mamá o cuando de plano se trata de una emergencia o algo parecido. El café falso (descafeinado, pues) no entra en mi repertorio. Eso sí, al buen café me gusta ponerle crema, a veces lechera y, si estoy de humor, un poco de licor, de café por supuesto.

Monday, September 27, 2004

Se me antoja un cafecito

Con este clima en la ciudad, nubladón con amenaza de lluvia y viento frío, nada se antoja más que un rico café. Lamentablemente las opciones para conseguirlo son realmente limitadas. Descontando los Vips, los Samborns y los recientemente aparecidos y muy propagados Starbucks, no queda mucho (y los antes enlistados tampoco son la gran cosa).

Trataré de hacer un recuento de lo más rescatable. A mí me gusta el café con leche que sirven en La Pagoda y en El Popular (abierto las 24 horas). El problema es que ambos son cafés de chinos donde no te puedes sentar nomás a platicar con solo consumir una taza de café, y en El Popular menos porque siempre está a reventar y la cola para obtener mesa suele ser enorme porque la comida es muy rica. Además su versión más rescatable es precisamente la del café con leche porque su americano deja mucho que desear y nunca me voy a arriesgar con su expreso. Ni modo, dos opciones menos.

Cerca del TIC, en Tlatelolco, había un café muy simpático donde además servían unas cenas ricas y baratas. No he vuelto a verlo abierto aunque al parecer sigue funcionando. Lástima.

Dice mi prima Liz que el café que está en la entrada del pasaje entre Gante y (ay, no me acuerdo como se llama la otra calle, creo que es Bolívar) está muy bien y tiene la ventaja de que puedes ponerte a leer el periódico o las revistas que tienen sin costo adicional. Eso siempre es bueno porque cuando uno está esperando a alguien, las caras de “a mí no me pasa nada ni me estoy desesperando” se acaban en 3 minutos.

La cafetería de El Globo que está en la Torre Latinoamericana también está simpática y tienen una variedad de tés un tanto amplia. Tiene la ventaja de que, aunque por el Eje Central cierran tempranón, te puedes quedar hasta más tarde y salir por esa explanada que abrieron entre el Centro Expiatorio Nacional y la Latino. Punto a favor: desde la cafetería puedes ver muchos gatos.

En los Italiannis sirven un capuchino en tazota que se ve muy simpático y con un montón de espuma, pero todavía estoy esperando que alguien en esta ciudad sirva un latte con dibujitos. Avísenme si saben de uno.

Si nos alejamos un poco del café y abrimos el panorama al chocolate, tenemos dos opciones relativamente antagónicas. Por un lado está el Café Tacuba que es muy mono, siempre está atascado y es bastante caro, aunque hay que reconocer que el chocolate es rico y espumoso. El otro punto obligado es El Moro con sus mesas sencillas, sus meseras serviciales y sus 4 variedades de chocolate (hay para todos los gustos). Por $33 puedes zamparte una taza de buen chocolate y una orden de 4 churros bien espolvoreados de azúcar. Si traen más hambre se pueden salir a pedir una torta al local anexo. Yo nunca lo he intentado pero cada que las veo se me antojan bastante. Ya será para la otra.

Friday, September 24, 2004

El cerdito


Posted by Hello
El otro día vi este cuinito y no pude resistir las ganas de fotografiarlo. Como podrán notar, está encima de un camión de basura, cuyos trabajadores seguro lo rescataron de acabar en algún tiradero pudriéndose. Ahora es como esas mujeres que los marinos tallaban en la proa de los barcos e iban precidiendo el viaje y cuidándolos de los peligros. Nadie más adecuado para la tarea que un cerdo.

Thursday, September 23, 2004

Broncas femeninas

Al rato tengo que ir a comprar toallas sanitarias y ya sé la que me espera. Siempre es igual y no tengo esperanzas de que algún día cambie. Lo que va a pasar es que tendré que recorrer un pasillo entero del supermercado tratando de descifrar si entre todos esos empaques floreados y de colores chillones están las toallas que me convencieron la última vez. Yo no sé que se creen los de Saba, Kotex y todos esos porque cada bimestre cambian sus productos en una u otra forma. Les cambian el nombre, el empaque, el número de toallas por paquete y demás. No hay consistencia en ninguno de sus indicadores porque una toalla “angosta” puede significar cualquier cosa, dependiendo de la marca o la presentación. Recuerdo cuando les dió por indicar la cantidad de flujo que una toalla podía absorber mediante tréboles y corazoncitos. Sombreaban de una a cuatro de estas madrinolas pero yo no les veía sentido o equivalencia. ¿Cuántos tréboles se necesitan para un rombito? ¿mi flujo se mide en corazones o en barquitos? ¿y a mí que me importa?

El punto es que no quiero perder tiempo en eso. Me gustaría llegar a la tienda, tomar el paquete de siempre y salir de ahí sin complicaciones. Sin embargo tengo que hacer una excursión completa y echar mano de mi intuición para averiguar el significado de los eufemismos mercadotécnicos que usan. Y el problema es que una mala decisión tiene graves consecuencias. Si de por sí es incómodo andar sangrando por la vida, añádanle andar trayendo algo que estorbe, que se mueva, que se pegue o que haya que cambiar cada 2 horas. Siempre que encuentro una toalla que me hace olvidarme de esas broncas, mi felicidad se ve empañada por la incertidumbre de volverla a encontrar. Me choca.

Wednesday, September 22, 2004

La aldea

El sábado perdoné a M. Night Shalayaman (o como se llame). Le tenía tirria desde que Señales pasó a encabezar mi lista de “Lo más decepcionante de la última década”; y es que deveras fue pésima. Creo que solo le gustó a Rodrigo y a Daniel y sigo sin entender porqué. Con todo, debo reconocer que los pretextos de la niña para dejar vasos de agua por todos lados eran excelentes. De ahí en fuera: tache.

Pero La aldea me gustó mucho y se puso a la altura de Sexto sentido y Unbreakable. Me acuerdo que la primera me gustó cuando la vi y todos quedamos pasmados al darnos cuenta de que Bruce Willis está muerto desde la primera secuencia; sin embargo, salvo unos cuantos buenos sustos, no pasa a mucho más. En cambio Unbreakable me encanta por cosas como la lógica implacable del malo: “si existo yo, del otro lado de la campana, debías existir tú”, le dice Samuel L. Jackson a nuestro pasmado protagonista. Ha caido en el juego y ya no puede escapar y, como todo superhéroe que se precie, vivirá atormentado el resto de sus días por ser lo que es. Me encanta.

La protagonista de La aldea sale como a media película y uno tarda en darse cuenta de que es eso: la protagonista. El resto del tiempo uno la va siguiendo con angustia y el deseo de que alcance su objetivo aunque no podemos dejar de pensar que va a estar canijo que lo logre. Es como apostarle al caballo más flaco de la carrera nomás porque nos cae bien y nos da un poco de lástima.

Hay un punto en su travesía que me recordó mucho esa escena de La historia sin fin donde el caballo de Atreyo se deja vencer por la tristeza y es tragado por el pantano (que levante la mano el que no sintió feo en ese momento). Pues ahí estaba yo, sintiendo la desesperanza de esta chava, cuando llegó el típico giro de 180 grados de este director y me tomó por sorpresa. Yo estaba tan clavada en la historia que se me olvidó por completo que este monito siempre hace lo mismo.

No puedo dejar de pensar que solo gente que se sienta muy, pero muy lastimada podría hacer eso (y no les digo qué es “eso” por si no la han ido a ver). También me entretiene pensar en todo el esfuerzo logístico que hubo detrás de su empresa y los detalles técnicos que tuvieron que superar. Pero no puedo negar que a mí también se me antoja sentirme como Susanita, cuando piensa que el mundo está taaan lejos.

Monday, September 20, 2004

Fin de semana

El sábado me comí un chile en nogada que preparó mi mamá. Estaba buenísimo. Afortunadamente me quedan 2 raciones más esperando en el refrigerador. Esta comida implica mucho trabajo porque hay que pelar correctamente las nueces de castilla. No solo hay que quitar la cáscara exterior, que es dura y más o menos fácil de retirar. El verdadero problema es quitarle el pellejo a la nuez para que quede completamente blanca y no café, como suele ser por fuera. Además, del pellejo suele desprenderse una parte transparente que da muchos dolores de cabeza. Y toda esta limpieza se hace para que la nogada no quede amarga.

Mi mamá suele preparalos cada año aunque en algunas ocasiones no ha sido posible. Cuando yo era más chica y tenía vacaciones por estas fechas (o más bien en agosto), me pasaba las tardes pelando nueces con mis primos y tíos mientras platicábamos de todo un poco. Con el tiempo, ya no ha sido posible que nos reunamos todos para ayudar con las nueces. De hecho, la mayor parte del trabajo de este año la hizo mi madrina Avelina (un besote, madrina).

El domingo, Rodrigo y yo nos echamos el agradable paquete de cuidar a Jaimito. Solo fueron 6 horas pero nos dio un panorama muy claro de lo demandante que es un bebé. Al principio Rodrigo estaba bastante ciscado. Afortunadamente Jaimito es el niño más tranquilo del planeta y no nos hizo ningún berrinche, aunque sí estuvo a punto de llorar porque nuestra inexperiencia hacía nuestras reacciones lentas y a veces no muy atinadas. Le dimos de comer danonino de uva, frijoles y gelatina de piña. Se tomó dos onzas de leche y cuatro de jugo de manzana. Le cambiamos dos veces el pañal (primero porque hizo del uno y después porque hizo del dos) y solo se durmió hora y media.

Jaimito es muy alerta y está muy fuerte, todo lo mira con atención y sonríe cuando oye su nombre. Le llaman mucho la atención las manos de los demás y poco le faltó para romper los lentes de Rodrigo. Al que tan poco le fue muy bien fue a José porque le tocaron unas cuantas patadas y jalones. Tuvimos suerte de que el minino se comportara a la altura y no quisiera arañarlo. Lo más que hizo fue poner cara de celoso toda la tarde. Al final, todos acabamos rendidos.

Friday, September 17, 2004

Pozole y días patrios

El miércoles fuimos a casa de mi mamá para dar el grito con la familia. En realidad nos dedicamos a cenar y platicar. De la patria no se dijo nada. La verdad estábamos bastante distraídos con el pozole, las chalupas, el atole y los tres postres que hizo mi mamá. También mi primo Jaimito nos distrajo bastante ¡es una chulada de chamaco!

Creo que lo más patriótico que hice fue levantarme antes de las 10:00 AM el jueves para ver pasar el desfile. Estaba formado por los representantes de la ayudantía municipal, 1 kinder, 2 primarias, 1 secundaria y como 3 reinas (cada una en su correspondiente carro alegórico). Ah, se me olvidaba, al final iban alrededor de 7 charros. Como nos desbaratamos en aplausos y vivas, nos aventaron muchos dulces. Como tampoco molestamos a nadie echándole confeti en la boca, nadie nos vio feo. En resumen, un éxito.

Déjenme hacer la cuenta: el miércoles cené pozole y el jueves me lo comí a la hora del almuerzo (recalentado me gusta más). Como mi madrina Avelina me puso mi itacate, hoy me voy a reventar un plato a la hora de la comida. Ñam. Creo que también va a alcanzar para almorzar o cenar mañana. En total, el menú también está resultando un éxito.

Me parece que la constante más agradable de estos días es el pozole y nos las banderitas tricolores. Y para que no digan que soy envidiosa, les paso la receta familiar para que no se queden con las ganas.


Pozole estilo Guerrero

Ingredientes
1 kg de maíz cacahuazintle (pozolero, pues)
cal
½ kg de maciza
¼ de codillo
½ de costilla o espinazo
(todo de cerdito, por favor)
3 hojas de laurel
1 cabeza de ajo
1 cebolla
6 hojas de hierba santa (creo que también le dicen acuyo)
2 cucharadas de sal gruesa

Se pone a hervir el maíz con agua suficiente para cubrirlo y 3 cucharadas de cal. Cuando la piel del maíz se empiece a desbaratar, se saca del fuego y se enjuaga hasta que el agua salga clara. Si el maíz se pone amarillo, se le exprime un limón.

Se pone otra vez el maíz en la lumbre con agua nueva, suficiente para que sobresalga un jeme. Se deja hervir 3 o 4 horas y si se reseca se le pone agua tibia. Durante todo este tiempo se debe retirar la espuma constantemente. Se añade la carne, el laurel, el ajo y la cebolla (esta se tiene que sacar a los 45 minutos porque si no, se hace batidillo). Cuando la carne está cocida, se saca de la olla y se añade la hierba santa y la sal gruesa. Cuando suelte un hervor, ya está listo.

En mi casa servimos el pozole con cebolla y chile picado, orégano, limón, huevo duro y aguacate. Ustedes pueden echarle lo que más les plazca.

Wednesday, September 15, 2004

De farra

Anoche fui con los compañeros de la oficina al Pata Negra. Es un lugar muy vaciado porque los mismo puedes ver chavos con playera y tenis que yuppies, todos conviviendo en santa paz. Estábamos celebrando un cumpleaños y, en menos de lo que lo cuento, entre 4 personas nos gastamos $700. Nos tomamos (más bien, se tomaron) dos botellas de Trapiche ($210 c/u). Este vinito estaba rico y tenía un precioso color cereza. La etiqueta decía que también debía oler a cereza pero eso nunca lo noté. Es dulzón y suavecito. Voto a favor.

Con eso empezamos la plática; pero, conforme se fue atascando el lugar, el ruido se incrementó terriblemente y acabamos más o menos a gritos (con cumbias de fondo, ¡háganme el favor!). Después me comí la torta más cara de mi vida (bocata de jamón serrano, $50) y fue decepcionante. Estaba salada y no la podía morder bien. Afortunadamente también pidieron provolone asado (ñam), aceitunas preparadas (o te encantan o las odias, a mí me gustaron) y champiñones al ajillo, así que pude picar a gusto.

Al levantarme para irnos me sorprendí mucho de ver el lugar atascado por completo (¡pero sí hoy es martes!). Tuvimos que dar codazos para poder salir. Nada más de pensar la cantidad de dinero que saca ese lugar, me dan ñáñaras (¿o será roña?). Se dice que pagan ¡6,000 USD mensuales de renta!, y la verdad no está taaan bien. O será simplemente que yo no soy condechi, como dicen ahora.

Himno Nacional

Se supone que hoy la gente va a cantarlo a las 12:00 del día. Chan-chan-chan-chaaan. ¿Cuántos se animarán? Corran las apuestas.

Tuesday, September 14, 2004

Cinito

La semana pasada vi tres películas.
El miércoles vi “Las trillizas Belleville”. Es de animación y estuvo muy chida. Bastante sonora pero con poquísimos diálogos. Los viajes que se apuntan están buenos, las distintas visones sobre los franceses y los gringos están muy vaciadas. Las partes musicales (o sea, casi toda la película) son de lo mejor. A media película me llegó la revelación sobre el arquetipo de ser madre: no solo hará el mismo entrenamiento que tú para el Tour de France, además te dará de comer, arreglará tu bicicleta y te cargará hasta tu cama (perfectamente limpia y bien tendida) porque tú ya no puedes más. Y ella tan fresca...

También vi “Las amargas lágrimas de Petra von Kant”. Es un peliculón. Tenso, sutil, que va tomando ritmo dentro de las mismas cuatro paredes. Es, como dijo monsieur Prud’homme, teatral. Me gusta el primer encuentro de la protagonista con su amor; pero la pobre Petra me da una pena ajena que no saben. Estoy viéndola tirarse de cabeza a un abismo y me siento como mi abuelita Porfiria cuando ve sus novelas: ”Bruto, ¿qué no ves? Te está engañando.” Yo igual, con ganas de gritarle a Petra para que sé de cuenta que ella y Karim no tienen nada en común y que pertenecen a universos diferentes. Y no hablo de posiciones sociales o económicas, se trata de simples posturas ante la vida. Pero bueno, si la ven, me avisan para comentar la secuencia final porque yo me quedé en la luna.

El domingo me chuté la última de Michael Moore. Debo decir que lo más rescatable fue constatar, una vez más, que mi maestro de microeconomía es igualito a él. Este cuate era (es, pero como ya no lo veo...) un ruso que daba unas clases muy buenas en un inglés muy difícil de entender por mí y con una caligrafía ininteligible para todos. Me quedo con “Masacre en Columbine”.

Monday, September 13, 2004

Maíz gourmet

¿No les parece que el olor de unas tortillas calientitas y recién hechas es de lo más incitante en este mundo? Por lo menos para el apetito. Nada más les echas un poco de salsa y ¡pa'dentro! A mi me parece de lo más normal, por eso se me hizo toda una revelación que Reyna me dijera (que le dijeron) que a los extranjeros este aroma les resulta muy desagradable (¡¿cómo es posible?!). Para ellos, el disfrutar las tortillas es una cuestión de gusto aprendido Es como tomar café sin azúcar de chiquito o vino blanco por primera vez. No te gusta mucho pero le vas agarrando el gusto poco a poco. Y la culpable de todo esto es la cal con que se prepara el nixtamal
de nuestras tortillas.

O más bien, se preparaba. Porque resulta que las harinas que se usan ahora en las tortillerías, como la de Maseca, no siguen ese proceso. Esto se lo oí a unos monitos en la tele y no puedo menos que estar de acuerdo porque me cuesta trabajo imaginar una planta industrial donde hierven el maíz con cal hasta que la cáscara esté blandita. En todo caso, lo que terminan produciendo es una harina blanca, refinada, que no tiene mucho que ver con la masa con que se preparan las tortillas hechas a mano en los pueblitos. Y este era el otro punto de los monitos de la tele: las tortillas más sabrosas y nutritivas que puedes consumir en esta ciudad son las de los puestos callejeros de quesadillas, que no solo tienen quesadillas, también hay gorditas, tlacoyos y picadas (¡ñam!). A estos productos les llamaban de "maíz gourmet", los monitos de la tele, por que las personas que los preparan compran su maíz y hacen su nixtamal.

Esto lo comprobé el sábado antepasado, mientras me zampaba un tlacoyo de frijol con nopalitos y queso espolvoreado ($7) en la esquina de López y Victoria. Me llamó mucho la atención el color de la masa de este lugar: era prácticamente verde. Le pregunté a los del puesto la razón y la muchacha, medio apenada, me dijo que la masa se le había pasado de cal. Además resulta que en su pueblo, Santiago Tianguistenco, está bastante generalizado este asunto de hacer el nixtamal y llevarlo al molino porque allá hay un molino para la masa blanca, otro para la azul, otro para moler habas y seguramente debe haber otro para el recuado del mole y uno más para el chocolate. Los últimos dos son de mi cosecha pero no estarían nada mal.

Después de todo hacer masa a partir del maíz no es tan complicado. Creo que los más difícil sería moler el nixtamal pero para eso hay molinos públicos, aunque aquí en el Distrito no he visto ninguno todavía. En cambio en Cuahuixtla (o San Pedro Apatlaco, como le dice mi mamá) conozco como tres. De cualquier forma, nunca he tenido necesidad de moler mi nixtamal porque lo hago nada más para preparar pozole.