Monday, September 27, 2004

Se me antoja un cafecito

Con este clima en la ciudad, nubladón con amenaza de lluvia y viento frío, nada se antoja más que un rico café. Lamentablemente las opciones para conseguirlo son realmente limitadas. Descontando los Vips, los Samborns y los recientemente aparecidos y muy propagados Starbucks, no queda mucho (y los antes enlistados tampoco son la gran cosa).

Trataré de hacer un recuento de lo más rescatable. A mí me gusta el café con leche que sirven en La Pagoda y en El Popular (abierto las 24 horas). El problema es que ambos son cafés de chinos donde no te puedes sentar nomás a platicar con solo consumir una taza de café, y en El Popular menos porque siempre está a reventar y la cola para obtener mesa suele ser enorme porque la comida es muy rica. Además su versión más rescatable es precisamente la del café con leche porque su americano deja mucho que desear y nunca me voy a arriesgar con su expreso. Ni modo, dos opciones menos.

Cerca del TIC, en Tlatelolco, había un café muy simpático donde además servían unas cenas ricas y baratas. No he vuelto a verlo abierto aunque al parecer sigue funcionando. Lástima.

Dice mi prima Liz que el café que está en la entrada del pasaje entre Gante y (ay, no me acuerdo como se llama la otra calle, creo que es Bolívar) está muy bien y tiene la ventaja de que puedes ponerte a leer el periódico o las revistas que tienen sin costo adicional. Eso siempre es bueno porque cuando uno está esperando a alguien, las caras de “a mí no me pasa nada ni me estoy desesperando” se acaban en 3 minutos.

La cafetería de El Globo que está en la Torre Latinoamericana también está simpática y tienen una variedad de tés un tanto amplia. Tiene la ventaja de que, aunque por el Eje Central cierran tempranón, te puedes quedar hasta más tarde y salir por esa explanada que abrieron entre el Centro Expiatorio Nacional y la Latino. Punto a favor: desde la cafetería puedes ver muchos gatos.

En los Italiannis sirven un capuchino en tazota que se ve muy simpático y con un montón de espuma, pero todavía estoy esperando que alguien en esta ciudad sirva un latte con dibujitos. Avísenme si saben de uno.

Si nos alejamos un poco del café y abrimos el panorama al chocolate, tenemos dos opciones relativamente antagónicas. Por un lado está el Café Tacuba que es muy mono, siempre está atascado y es bastante caro, aunque hay que reconocer que el chocolate es rico y espumoso. El otro punto obligado es El Moro con sus mesas sencillas, sus meseras serviciales y sus 4 variedades de chocolate (hay para todos los gustos). Por $33 puedes zamparte una taza de buen chocolate y una orden de 4 churros bien espolvoreados de azúcar. Si traen más hambre se pueden salir a pedir una torta al local anexo. Yo nunca lo he intentado pero cada que las veo se me antojan bastante. Ya será para la otra.

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