Tuesday, September 14, 2004

Cinito

La semana pasada vi tres películas.
El miércoles vi “Las trillizas Belleville”. Es de animación y estuvo muy chida. Bastante sonora pero con poquísimos diálogos. Los viajes que se apuntan están buenos, las distintas visones sobre los franceses y los gringos están muy vaciadas. Las partes musicales (o sea, casi toda la película) son de lo mejor. A media película me llegó la revelación sobre el arquetipo de ser madre: no solo hará el mismo entrenamiento que tú para el Tour de France, además te dará de comer, arreglará tu bicicleta y te cargará hasta tu cama (perfectamente limpia y bien tendida) porque tú ya no puedes más. Y ella tan fresca...

También vi “Las amargas lágrimas de Petra von Kant”. Es un peliculón. Tenso, sutil, que va tomando ritmo dentro de las mismas cuatro paredes. Es, como dijo monsieur Prud’homme, teatral. Me gusta el primer encuentro de la protagonista con su amor; pero la pobre Petra me da una pena ajena que no saben. Estoy viéndola tirarse de cabeza a un abismo y me siento como mi abuelita Porfiria cuando ve sus novelas: ”Bruto, ¿qué no ves? Te está engañando.” Yo igual, con ganas de gritarle a Petra para que sé de cuenta que ella y Karim no tienen nada en común y que pertenecen a universos diferentes. Y no hablo de posiciones sociales o económicas, se trata de simples posturas ante la vida. Pero bueno, si la ven, me avisan para comentar la secuencia final porque yo me quedé en la luna.

El domingo me chuté la última de Michael Moore. Debo decir que lo más rescatable fue constatar, una vez más, que mi maestro de microeconomía es igualito a él. Este cuate era (es, pero como ya no lo veo...) un ruso que daba unas clases muy buenas en un inglés muy difícil de entender por mí y con una caligrafía ininteligible para todos. Me quedo con “Masacre en Columbine”.

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