Tuesday, September 28, 2004

Más cafecito

Sobre el café, falta analizar las opciones caseras. Cuando mi abuelito vivía, él mismo cuidaba sus plantas de café, cultivaba los granos, los secaba, los tostaba y los molía. Con esa mezcla a mi abuelita le salía un café de olla (con canela y piloncillo) simplemente delicioso. Las matas de café siguen en el patio de mis abuelos pero nadie tiene suficiente fuerza en el corazón como para emprender su tarea. A lo más que llego es a arrancar algunos frutos cuando están rojos porque son un tanto dulces y saben rico. Nada más.

El otro café del estilo que llegué a disfrutar fue el que la familia de don Eleazar le regaló a mi hermano cuando estuvo de instructor comunitario del Conafe en el poblado de El Trino, en el municipio de Santa Catarina Loxicha (¿o era San Agustín Loxicha?), Oaxaca. Don Eleazar y su hermano, don Miguel, llevaban años reforestando las tierras de cultivo que su padre les había dejado. El señor las había devastado para sembrar maíz y cosas así; pero sus hijos cayeron en la cuenta que el café es más rentable. Como esas plantas necesitan sombra para crecer adecuadamente, estuvieron sembrando otro tipo de árboles y esperando a que tuvieran la altura adecuada para entonces, por fin, poder sembrar café. Eso era muy importante para ellos porque era el único cultivo que le dejaba dinero a la comunidad, el resto de lo que cazaban o sembraban era para su consumo. Huelga decir que el café era riquísimo.

Recientemente desempaquetamos un regalo de bodas que nos hizo mi mamá ya hace un rato: una cafetera Krups para expreso y capuchino. La espuma de leche todavía no nos sale muy bien pero supongo que es solo cuestión de práctica. A esta cafeterita le hemos echado principalmente café Bola de Oro que mi carnavalito nos trae desde Xalapa. Es bastante oloroso y muy pegador. Lo que me gusta es que no es tan amargo, así que se alcanzan a disfrutar algunos matices en el sabor. Aquí en la oficina también tuvo su éxito porque entre 8 personas nos acabamos 2 kilos de café en menos de lo que les cuento.

Debo confesar que tengo en la lista de pendientes probar un kilo de café de El Jarocho que la mamá de Rodrigo nos regaló hace un buen rato y que, sinceramente, seguimos sin tocar.

Algo que no deben hacer es comprar latas de café Blasón. Hace como cinco años compramos una de color verde y no fue nada buena. No creo que haga falta decir que nunca compro café Legal y que el café soluble nada más me gusta cuando me lo prepara mi mamá o cuando de plano se trata de una emergencia o algo parecido. El café falso (descafeinado, pues) no entra en mi repertorio. Eso sí, al buen café me gusta ponerle crema, a veces lechera y, si estoy de humor, un poco de licor, de café por supuesto.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Santa Catarina. Nada más me abres el antojo y no haces algo por remediarlo (ji-ji). HH

9:15 AM  
Blogger Grimalkin said...

Qué puedo hacer carnal, espero que para la próxima vez que vengas ya sepa hacer capuchino. Si no, de perdis te invito al Moro.

10:20 AM  
Blogger Unknown said...

Ante tamañas angustias, no me quedará más remedio que prácticar con la Krups. Así no te decepcionaremos cuando vengas.

1:40 PM  

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