Espeluznante
Este fin de semana me enteré de dos hechos realmente desconcertantes. El primero tiene que ver con una persona inocente y, aunque me moleste la frase, víctima de las circunstancias. Por el segundo, quizá ustedes terminen haciendo corajes como yo.
En el pueblo donde vive mi mamá, también vive una mujer de más o menos 30 años que sufre algún problema mental y además es sorda. Ignoro las causas de su estado pero es claro que, debido a la ignorancia de sus padres, también es muda y su destino será ayudar en el aseo de casas ajenas hasta que ya no pueda más. Esta mujer tiene una hija. ¿Quién es el padre? Misterio. Simplemente un día se dieron cuenta que estaba embarazada y nadie se puso a hacer preguntas. El futuro de esta niña es incierto por la edad de su abuela, que es quien realmente se encarga de ella, la condición de su madre y la pobreza de ambas.
Hasta aquí las cosas van muy mal, pero hoy están peor. Esta mujer está embarazada de nuevo. ¿De quién? Misterio otra vez. No voy a discutir la moralidad o la ética de las personas que se han atrevido a preñar a esta mujer. Lo que deveras me pone los pelos de punta es la actitud de su mamá: como ya le dijo a esta criatura que no lo vuelva a hacer, santo remedio. Me parece escalofriante. Como si la educación sexual y los métodos anticonceptivos se inculcaran por el solo hecho de invocarlos. Para bien o para mal, el mayor trauma de esta muchacha no es lo que vive en manos de los malandrines que se aprovechan de ella, es el terror que su madre le inspira. Hasta el momento la señora no se ha dado cuenta (o no quiere darse cuenta) de la condición de su hija y no creo que ni ustedes ni yo vayamos a ir con el chisme. Pero esta muchacha vive en la angustia por ocultarse de su madre. No sé si esté muy conciente de cómo llegó a embarazarse y lo que representa traer más gente al mundo. Lo que sí le queda clarísimo es que la panza que está desarrollando le va a acarrear una buena golpiza por parte de su mamá, que no piensa ni cuidarla ni tomar medidas al respecto porque ella ya le advirtió. Que la pobre se haga bolas.
La siguiente también está para llorar. Hay otra muchacha, también en el pueblo de mi mamá, que ahorita tiene cinco hijos. Todos raquíticos y, hasta donde yo sé, de padres diferentes. Estos niños (y su condenada madre) viven de lo que su abuela gana como sirvienta. Todos los días, los patrones de esta señora le dan, aparte de su sueldo, comida para una persona. Ella compra un bonche de tortillas, sienta a la familia en corro en torno a ella y les da pedazos de tortilla remojados en guisado. Fin de la comida principal. En contraste con el caso anterior, aquí no hay síndromes mentales involucrados ni nada por el estilo. Este par de mujeres, la madre y la abuela, simplemente están locas. Ocurre que su postura frente a la vida es completamente idiota. Conocen los métodos anticonceptivos y saben que una medida definitiva para prevenir la natalidad de la madre (por que, a estas alturas, la naturaleza ya debió haber hecho lo propio con la abuela) les quitaría más problemas que otra cosa. El problema es que esta mujer no quiere hacer nada al respecto y la abuela no solo se lo permite, sino que le mantiene a los chamacos. Esta madre de cinco dice que no puede dejar de ser fértil pues eso auyentaría a los candidatos a marido porque, ¿qué tal si el prospecto le pide un hijo y ella no puede dárselo?, ¿qué va a hacer la pobre? Ni modo que corra el riesgo de que el galán la bote por eso, ¿verdad? Y de seguro la abuela sigue alimentando la ilusión de que su hija se case de blanco.
No pude averiguar si los cinco hijos que tiene fueron solicitados por sus padres como condición para desposar a esta mujer y luego se arrepintieron o solo fueron experimentos de ella para asegurarse que todo iba a funcionar correctamente cuando llegara el momento oportuno y tuviera que cumplirle a su príncipe azul. Creo que me voy a ir con esa duda a la tumba.