Saturday, August 19, 2006
Monday, January 31, 2005
Espeluznante
Este fin de semana me enteré de dos hechos realmente desconcertantes. El primero tiene que ver con una persona inocente y, aunque me moleste la frase, víctima de las circunstancias. Por el segundo, quizá ustedes terminen haciendo corajes como yo.
En el pueblo donde vive mi mamá, también vive una mujer de más o menos 30 años que sufre algún problema mental y además es sorda. Ignoro las causas de su estado pero es claro que, debido a la ignorancia de sus padres, también es muda y su destino será ayudar en el aseo de casas ajenas hasta que ya no pueda más. Esta mujer tiene una hija. ¿Quién es el padre? Misterio. Simplemente un día se dieron cuenta que estaba embarazada y nadie se puso a hacer preguntas. El futuro de esta niña es incierto por la edad de su abuela, que es quien realmente se encarga de ella, la condición de su madre y la pobreza de ambas.
Hasta aquí las cosas van muy mal, pero hoy están peor. Esta mujer está embarazada de nuevo. ¿De quién? Misterio otra vez. No voy a discutir la moralidad o la ética de las personas que se han atrevido a preñar a esta mujer. Lo que deveras me pone los pelos de punta es la actitud de su mamá: como ya le dijo a esta criatura que no lo vuelva a hacer, santo remedio. Me parece escalofriante. Como si la educación sexual y los métodos anticonceptivos se inculcaran por el solo hecho de invocarlos. Para bien o para mal, el mayor trauma de esta muchacha no es lo que vive en manos de los malandrines que se aprovechan de ella, es el terror que su madre le inspira. Hasta el momento la señora no se ha dado cuenta (o no quiere darse cuenta) de la condición de su hija y no creo que ni ustedes ni yo vayamos a ir con el chisme. Pero esta muchacha vive en la angustia por ocultarse de su madre. No sé si esté muy conciente de cómo llegó a embarazarse y lo que representa traer más gente al mundo. Lo que sí le queda clarísimo es que la panza que está desarrollando le va a acarrear una buena golpiza por parte de su mamá, que no piensa ni cuidarla ni tomar medidas al respecto porque ella ya le advirtió. Que la pobre se haga bolas.
La siguiente también está para llorar. Hay otra muchacha, también en el pueblo de mi mamá, que ahorita tiene cinco hijos. Todos raquíticos y, hasta donde yo sé, de padres diferentes. Estos niños (y su condenada madre) viven de lo que su abuela gana como sirvienta. Todos los días, los patrones de esta señora le dan, aparte de su sueldo, comida para una persona. Ella compra un bonche de tortillas, sienta a la familia en corro en torno a ella y les da pedazos de tortilla remojados en guisado. Fin de la comida principal. En contraste con el caso anterior, aquí no hay síndromes mentales involucrados ni nada por el estilo. Este par de mujeres, la madre y la abuela, simplemente están locas. Ocurre que su postura frente a la vida es completamente idiota. Conocen los métodos anticonceptivos y saben que una medida definitiva para prevenir la natalidad de la madre (por que, a estas alturas, la naturaleza ya debió haber hecho lo propio con la abuela) les quitaría más problemas que otra cosa. El problema es que esta mujer no quiere hacer nada al respecto y la abuela no solo se lo permite, sino que le mantiene a los chamacos. Esta madre de cinco dice que no puede dejar de ser fértil pues eso auyentaría a los candidatos a marido porque, ¿qué tal si el prospecto le pide un hijo y ella no puede dárselo?, ¿qué va a hacer la pobre? Ni modo que corra el riesgo de que el galán la bote por eso, ¿verdad? Y de seguro la abuela sigue alimentando la ilusión de que su hija se case de blanco.
No pude averiguar si los cinco hijos que tiene fueron solicitados por sus padres como condición para desposar a esta mujer y luego se arrepintieron o solo fueron experimentos de ella para asegurarse que todo iba a funcionar correctamente cuando llegara el momento oportuno y tuviera que cumplirle a su príncipe azul. Creo que me voy a ir con esa duda a la tumba.
Friday, January 21, 2005
Broncas femeninas III. Ya me hartaron
No hace falta ser un adivino para saber que mi última excurisión a la tienda en busca de toallas sanitarias fue un fracaso. Contemplé el anaquel correspondiente por 5 largos minutos. Por mi mente cruzaban ideas diversas: hacer una pateleta para arruinarle el día a alguién más, averiguar quién diseña el maldito marketing de estas compañías y enviarle un paquete-bomba, organizar una protesta pública, culparlos del desastre en el Medio Oriente y ponerlos en la mira de Bush, etcétera. Como ninguna de esas divagaciones resolvía mi problema de corto plazo, decidí seguir el criterio meramente económico: “las más baratas, por favor”.
Acabé con un paquete de Naturella con manzanilla en las manos. Tienen la puntada de traer fecha de caducidad e ingredientes. Háganme el favor, ni que fuera un paquete de filetes de pescado o unas zucaritas. A quién cuernos le importan esas explicaciones en un empaque de toallas sanitarias. A mí no, pero gracias por la información. Ahora sé que estas cosas tienen polipropileno y sílice, entre otros.
Con estos datos ya estoy más que preparada para la siguiente vez que juegue Maratón.
Thursday, January 20, 2005
Por no poner atención
El martes dejé un pedazo de mis nudillos en el marco de una puerta de madera. Adiós, pellejito. Al principio ni me di cuenta, pero una mancha de precioso color sangre (brillante, intenso, una chulada) me hizo poner atención en el raspón. Me arranqué el pedacito de piel que me quedó colgando y empecé a buscar algo para cubrir la herida, no por que ardiera, sino por que iba a estar rozándose contra todo.
Le pedí a Gaby que me regalara un curita y, cuando fuimos al botiquín me ofreció alcohol para lavar la herida. Retrocedí con desconfianza y me negué. Mientras ella seguía rebuscando, yo me la pasaba jugando con la herida, jalándola de un lado a otro y apretándola para ver de dónde salía la sangre. Supongo que eso no le pareció buena idea a Gaby, como madre de familia que es, así que me sugirió que me pusiera merthiolate. Yo estaba poniendo la misma cara que usé para reusar el alcohol cuando ella empezó a insistirme de manera tal que no me quedó más que aceptar.
Ante lo inminente del encuentro con aquel terror de infancia, decidí tomármelo con calma. Seguramente todo eran alucinaciones mías exageradas con el paso de los años. Lo más probable es que el merthiolate nunca hubiera ardido tanto, solo tuve la mala suerte de que una maestra salvaje me lo pusiera sobre la rodilla medio abierta mientras yo estaba pateleando. El dolor tampoco debía extenderse tan rápido, que yo lo terminara asociando con cómo se extendía la mancha rosa por mi piel era una nimiedad. Así, pensando, pensando, me encontré con que tenía el frasco en una mano y el aplicador en forma de matamoscas en la otra. Para colmo era merthiolate blanco, peor que el rosa en el inconciente colectivo infantil. “Bueno”, pensé, “al mal paso darle prisa”, y me puse esa cosa sobre mi herida.
Al momento comprendí que debía confiar más en mí misma: todos las alertas que me envió mi cerebro en forma de pavorosos recuerdos de infancia estaban perfectamente justificadas. Me ardió hasta el alma.
Wednesday, January 19, 2005
Rara a secas
Yo también me puse a contestar los test de Gunnar, pero los resultados fueron decepcionantes. Este es el único que vale la pena mencionar.
Pero solo saqué un 37 en nerd y un 53 en loser. Chale. No pertenezco a ninguno de los grupos más representativos de gente rara.
Pero, como dice Hobbes: “Qué sabríamos de nosotros sin los cuestionarios" (suspiro).
Tuesday, January 18, 2005
Un momento
Cuando era niña vivía en un departamento sobre Paseo de la Reforma con mi mamá y mi hermano. Tenía dos plantas y estaba un tanto descuidado. A mí me gustaba jugar en el piso de abajo o esconderme debajo de la mesa del comedor. Pero mi momento más agradable era cuando estaba sola y me tiraba en el piso de la sala, de lado, y sentía ese frío natural de los pisos de azulejo. Me gustaba mirar el piso con los ojos casi a su nivel. Había más de 8 tipos de azulejo, pero los colores más predominantes eran el verde, el blanco y el naranja. Después de un rato me empezaba a mover de tal manera que mi frente tocara mis rodillas, haciéndome bolita, para después estirarme y volver a encogerme, una y otra vez. No volvía a mi sitio original, sino que iba girando poco a poco. Creo que, debido a que me acostaba sobre mi lado izquierdo, giraba en el sentido de las manecillas del reloj. Me detenía por momentos y luego seguía moviéndome, siempre en silencio.
Extraño esa sensación de completa calma, de estar conmigo misma. No creo haber tenido más de 4 años.
Friday, January 07, 2005
Elefantes
Sí, sí, ya sé. Dije que estaba de regreso, lo sé. Lo malo es qu,e justo cuando acabé de publicar mi post anterior, el precio del gas natural empezó a subir, a mi jefe le entró un arranque de cumplimiento pre-navideño y las posadas y convivios nos arrebataron (oh, pobres de nosotros) muchas y muy preciadas horas de trabajo. Así que, como habrán podido observar, tuve que dejar botado mi pequeño blog para sacar la chamba más o menos a tiempo. Después de eso me tomé unas merecidas vacaciones en las que no me acerqué a una conexión de red ni por error y, como todos saben, apenas ayer acabó el Guadalupe-Reyes.
En fin, como tampoco ando muy inspirada el día de hoy (falta de costumbre, supongo), me limitaré a rememorar mis chistes favoritos: los de elefantes.
Nota: Para que disfruten más su lectura, recomiendo que, mentalmente, introduzcan el sonido de la batería de Wako Warner cada que crean conveniente.
¿Cuántos elefantes caben en un vocho?
Cuatro. Dos adelante y dos atrás.
¿Cómo sabes que hay un elefante en tu refrigerador?
Hay una huella en la mayonesa.
¿Cómo sabes que hay dos elefantes en tu refrigerador?
Hay dos huellas en la mayonesa.
¿Cómo sabes que hay tres elefantes en tu refrigerador?
La puerta no cierra.
¿Cómo sabes que hay cuatro elefantes en tu refrigerador?
Hay un vocho estacionado afuera.
¿Por qué los elefantes tienen las patas planas?
Porque todos los días, a las 4:00 de la tarde, saltan desde arriba de las palmeras.
¿Por qué los cocodrilos son planos?
Porque todos los días, a las 4:00 de la tarde, toman el fresco debajo de las palmeras.
¿Por qué los elefantes tienen las rodillas arrugadas?
Por que les gusta jugar a las canicas.
¿Por qué los elefantes usan calcetines rosas?
Por que los calcetas se ensucian cuando juegan a las canicas.
¿Y por qué las usan color de rosa?
Porque las blancas se ensucian más.
=) Saludines.